domingo, 8 de noviembre de 2015

EL LENGUAJE - LINGÜÍSTICA Y FILOSOFÍA DEL LENGUAJE

EL LENGUAJE

Desde que hemos empezado nuestra singladura como especie por este planeta, hemos sentido la necesidad de expresar sensaciones, deseos, inquietudes e ideas, provenientes de nuestras indagaciones, resultado de observaciones de todo lo que nos rodea. Fuimos formulando las hipótesis sobre cualquier tipo de fenómenos que hemos podido presenciar, experimentando con los datos recogidos, diseñando síntesis y alcanzando conclusiones, es decir, tesis que nos fueron llevando a unas condiciones de bien estar personal y social envidiables si las comparamos con las que había en los principios de nuestra existencia. A parte, con referencia a ciertas inquietudes que son propias del carácter humano, fuimos buscando respuestas sobre otro conjunto de cosas que intuimos, subjetivas, originadas por causas que rebasan la materialidad del mundo, o por lo menos que nos hace percibir una realidad imaginaria,  así como un espejo de esta, en donde se encuentran muchas respuestas aplicables al estar físico. Lo fantástico y mágico de estos entes causó admiración y miedo; al mismo tiempo que nos hacía evitar, atraía, llevándonos a una imperiosa demanda por su comprensión.
Todo este proceso, desde hace muchísimo tiempo, contó con la evolución de un sistema especial y complejo, fisiológico-cognitivo, que nos ha traído a la especialización en que nos encontramos hoy. Un sistema que se conoce con el nombre de Sistema Comunicativo Humano o Sistema Humano de Comunicación.
El Sistema Humano de Comunicación cuenta con una complejísima estructura cerebral, muscular y nerviosa que es activada por una fuerza motriz, la más elevada potencia moral que se encuentra en el ser humano, de la que entendemos apenas un casi nada, y qué es, y a la que llamamos Voluntad.
No es nuestra intención entrar en estas profundidades, sino buscar únicamente una ilustración intelectual que nos ayude, a modo de introducción, considerar o argumentar algo sobre la estructura que nos ayuda a expresar razones, sentimientos, anhelos, ideas, etc., que son los elementos que configurarán la experiencia de nuestro paso por esta Realidad. De todo esto, por tanto, concluimos que, si esta potencia moral activa el Sistema Humano de Comunicación, ella se comporta como un mecanismo de ignición y lo que origina en el ser humano es un acto o acción: la Acción de Comunicar.
Como consecuencia de lo dicho, se puede percibir que la Acción de Comunicar exige un objeto que justifique ese acto, pues é razonable que un verbo fuerce a un objeto que le corresponda. Este objeto no es otro que el sustantivo, la cosa, el ente que nace del verbo Comunicar. Tal ente es llamado Comunicación, una virtud que no poseen solamente los seres humanos - aunque en ellos se presenta en su grado máximo -, sino que es inherente a todos los seres, dentro de la especialización de cada uno, según la parte del grupo o sociedad a que pertenece; así, un gato tendrá su forma especial de comunicación, un león la suya, de manera también particular una palmera, etc.
Pero, si nos fijamos bien, hay desdoblamientos importantísimos que sacamos de este último párrafo.
Para que podamos comprender el núcleo del razonamiento, primeramente, diremos que no hay verbos que se presenten sin que sean gestados o inducidos por otros verbos, y que cada uno sea origen y causa de su objeto asociado o correspondiente. De esta forma, si hablamos de Comunicar, se intuye que debemos buscar su gestor en el verbo Pensar, que exige el objeto Pensamiento; igualmente, si hablamos del verbo Pensar, debemos buscar su procedencia en el verbo Idealizar, que exige el objeto Idea; asimismo, si hablamos de Idealizar, nuestra intuición nos llevará al verbo Percibir, que pide imperiosamente el objeto Percepción; y si hablamos del verbo Percibir, debemos asociarlo a un verbo que lo induzca, genere o estimule a que surja como consecuencia. ¿Qué verbo es este?
Si la intuición no nos falla, solo podrá ser el verbo Querer, que tiene su etimología en el latín volo y exige el objeto Voluntad. Pero aquí, surgen otras dos preguntas: ¿Cuál es el verbo que induce o genera al verbo querer? Y, ¿Cuál es el objeto exigido por este verbo inductor?
La primera pregunta no parece tan complicada, y podremos intuir, sin demasiados problemas, que el verbo que buscamos es el Ser. Todo aquel que quiere es imprescindible que sea. Pero, surgen oposiciones cuando intentamos encontrar el objeto forzado por este verbo, pues nos metemos en profundidades dificultosas que llegan a ser incomprensibles en determinados niveles meta-ontológicos.
Si es, todo aquel o aquello que es físico, subjetivo, que posee cuerpo, y que no posee pero que surge en nuestro pensamiento, en definitiva, todo lo que sale de la mente del hombre, como conjunto de elementos de la Realidad creada, no habría problema: pues el objeto que es exigido por el verbo Ser también es exigido por el verbo Estar. Así, si lo que surge y está en la mente es un demonio y resulta pertenecer a ese conjunto de la Realidad creada, y eso es verdad, el objeto del verbo Estar y del Ser es el Ente.
Ahora, si lo que es, no es necesario que esté, y un demonio en la mente de alguien, aunque esté, no es en Realidad, y no forma parte de ella, el razonamiento cambia y mucho. Pues, se podrá, por ejemplo, seguir llamando Ente al objeto exigido por el verbo Ser, pero no así al objeto exigido por el verbo Estar; o si queremos, al revés.
En estas dos posturas hay un claro antagonismo, pero en una de estas posiciones se manifiesta una sutileza, o si queremos en términos científicos, una singularidad que asombra: que pueda existir algo que no sea.
No hay inconveniente ninguno en que algo que sea, tenga que existir; pero, sí, lo hay, en algo que exista y tenga que ser. Por ejemplo, en un caso como el sentimiento de amistad, no hay inconveniente que siendo, sea factible de existir; basta que se despierte ese sentimiento en alguien; tampoco hay inconveniente, aquí, en pensar que, despertando ese sentimiento, sea factible de ser. Sin embargo, aunque no haya inconveniente en que estuviese en la mente de Homero y que esté en la de cualquier humano, Aquiles, sí lo hay cuando se piensa en su ser, pues Aquiles no es ni nunca fue, a no ser por su metáfora, paralelismo o cualquier enseñanza que venga a representar.
Por lo tanto, la conclusión es clara, para que algo o alguien exista es necesario que sea.
Siguiendo con el análisis, es oportuno pensar en que la Realidad es un sistema completamente atado de causas y consecuencias, es decir, todo lo que es, lo es en una disposición interconectada y estructurada, y que esa disposición demanda un catalizador, que es concomitante con ella para que los verbos cumplan su función ontológica: Ese catalizador es el verbo Mover, que exige el objeto Movimiento.
Nada es sin mover o moverse. Por consiguiente, si algo es, se mueve.
Las conclusiones lingüísticas de esto son concluyentes, o cuando menos, trasparentes: El Mundo fue creado con el Verbo, y el Verbo exigió el Ente, y el Ente es Sustancia, y su característica lingüística es Sustantiva.
Después de este pequeño esbozo filosófico, diremos que los humanos, al estar en la cumbre de este planeta Tierra, encontraron su lugar desarrollando una muy variada forma de transmitir sus ideas, deseos y voluntades; y la más especializada fue y es, sin lugar a dudas, la comunicación oral y escrita. Este tipo de comunicación es transmitido por medio de un código, que en la sociedad hispánica posee como significante la palabra idioma o lengua, cuyo origen viene del griego, pasando posteriormente por el latín, y significa: una forma particular de comunicación que es responsable por la interrelación entre los miembros que lo practican, con la finalidad de trasmitir sentimientos, emociones e información sobre la realidad en la que están inmersos. En su especificidad diremos que nuestro idioma es el español o castellano, significantes relacionados con la forma comunicativa particular de los pueblos hispánicos.
Dentro del objeto de nuestro estudio, que es la comunicación oral y escrita en lengua española, y deseando construir un cuerpo lo más académico posible, intentaremos sacar un buen provecho de este Universo Comunicativo, manifestando interés, dedicación y cariño, así como una cordialidad beneficiosa, buscando la difusión del español y el acercamiento entre los que compartimos el profundo sentir hispánico. 

Empecemos, por lo tanto, no sin antes comentar que queda a disposición de todos, el espacio correspondiente para los comentarios y críticas debajo de los temas que iremos aportando, y decir que podrán colaborar con cualquier material en lengua española que se les ocurra, que siempre serán bienvenidos. El objetivo nuestro no es otro que compartir este maravilloso mundo de la ciencia, así como divulgar lo que pertenezca a este conjunto de saberes.

Figura 1 - Yo amo español (Disponible en: <http://blog.pucp.edu.pe/blog/betoserquen/2008/04/23/23-de-abril-dia-del-idioma-espa-ol/>. Acceso en: 08/11/2015)

No hay comentarios:

Publicar un comentario